Por qué las declaraciones del violinista Christian Tetzlaff son importantes y lo que tienen que ver con el Método Resonancia.

Esta semana, una entrevista con Christian Tetzlaff en Strings Magazine causó una pequeña sensación en internet.

En ella, el violinista concertista Tetzlaff responde a la pregunta de qué consejos daría a la generación de jóvenes violinistas de hoy en día. Sus respuestas son en conjunto como las directrices a seguir de un músico libre, para el cual tanto su carrera como su técnica instrumental están al servicio de un todo: en el sentido de la música, en el sentido de la emoción y de la comunicación.

"Vive una vida musical sin armadura" es el título de la entrevista. Para Tetzlaff se trata principalmente de hacer cosas como músico que le permitan vivir, experimentar, descubrir la música. No estudiando todo el día, sino leyendo música a primera vista con los compañeros, tocando en orquesta, o simplemente viviendo la vida fuera del instrumento. Según Tetzlaff, las clases de instrumento deberían ser sólo el primer paso en la formación musical - se debería dar clase de música en vez de clase de violín.

Asimismo, el músico no está para cumplir con la voluntad del compositor, sino para aportar algo personal, su emoción, y así expresar la pieza. "Tienes que hacer tuya la música que tocas", dice Tetzlaff. Mostrarse sobre el escenario, tal cual se es, sin protección, sin armadura, sin esconderse.

La dualidad de la vida del músico

Es la eterna dualidad del intérprete - querer algo (estudiar, ensayar, preparar) y por otro lado soltar el resultado. Cuando la manera que hacemos las cosas hace que se desarrollen por sí mismas: esos son los grandes momentos para artistas y público. Eso es lo que deseamos, y para lo que todos trabajamos cada día.

Porque sabemos: ya no es suficiente con tocar bien. Se nos está pidiendo algo más. Al mismo tiempo, la presión sobre los jóvenes (y no tan jóvenes) músicos profesionales ha subido enormemente. ¿Cómo superar esa presión, y cómo resaltar?

Dos caminos hacia una vida musical

Veo dos caminos para conseguirlo. El primer camino es el de la perfección. Consiste en intentar eliminar todos los incidentes que puedan ocurrir mediante una preparación minuciosa. Este camino, lo admito, lleva a un cierto éxito, y es el que más se enseña en las escuelas superiores. Aún así, conlleva el riesgo de sonar como el propio profesor o profesora, o de no diferenciarse lo suficiente de entre los muchos otros músicos altamente preparados. Tetzlaff: "Esa fue siempre la principal preocupación de las escuelas violinísticas - la rusa o la americana, por ejemplo - de hacer del tocar el violín una cosa perfectamente exitosa y segura, pero, desde mi punto de vista, nada comunicativa." 

El otro camino es el camino personal. Cada uno de nosotros es único. Tú eres único, única. Porque nadie siente y toca la sonata de Brahms como tú. Por esa razón vale la pena ir al concierto, por esa razón yo voy a escucharte. Y en ese campo eres invencible. Porque eres único, única.

La razón por la cual el público va al concierto

Mirándolo detenidamente, es la única razón por la cual el público asiste a los conciertos. El público quiere ver una persona de carne y hueso en el escenario, y quiere emocionarse. Cuando el artista se entrega en el escenario, esos son los verdaderos momentos de felicidad para músicos y público.

Este tampoco es un camino fácil. Tetzlaff anima a los violinistas a no tener miedo de ser vulnerables emocionalmente sobre el escenario. Cuanto más vulnerable eres en la vida, más fácil es transmitir a un público con éxito. Por esa razón, este también es el camino de la experiencia personal. "Cuando practicas ocho horas al día, literalmente te sacas de la vida - ya no estás ahí. La profecía autorrealizada es que tocas genial porque estudias tanto. Eso es una tontería." Es la vida la que nos da la substancia de la expresión musical.

Armadura y resonancia

"A largo plazo, es mejor vivir sin armadura. Una armadura te puede evitar dolor, pero como músico no dices nada. Muchos solistas salen al escenario invencibles e impecables, pero sin comunicar sobre el compositor y la emoción musical. La actitud de "miradme cómo toco" es la última cosa que debería tener nuestra música. Uno no debería salir al escenario con la idea de ser admirado. Le quita todas las cualidades esenciales a la música."

Sí, aquellos que lo habéis experimentado sabéis: entregarse sobre el escenario es una inmensa felicidad. A veces, simplemente ocurre. Pero, ¿tenemos influencia sobre ello? ¿Cómo podemos crear esas situaciones por nosotros mismos? ¿Simplemente pensando en ello cuando vamos al escenario? ¿O no consiste nuestro trabajo más bien en crear espacios, en nuestra vida cotidiana, en la manera cómo estudiamos, enseñamos y tratamos a los demás, para que la música simplemente pueda ser, y nosotros no nos tengamos que proteger, sino dejarla que se desarrolle?

La armadura es lo opuesto a la resonancia. Resonancia quiere decir: algo vibra en conjunción con otro algo. En el momento que tienes que proteger ese algo (poner la mano encima), ya no puede oscilar libremente.

Y nuestro trabajo consiste en dejar espacio para que ese algo pueda resonar lo más posible, para que pueda vibrar.

Y, con el tiempo, hacer que nuestro entorno vibre con nosotros.

Puedes leer la entrevista a Christian Tetzlaff aquí.


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